Una negociación individual y social entre la percepción individual de la realidad y la imposición social de la realidad colectiva
Estamos en un punto de la coexistencia del Covid-19 y los seres humanos donde cada uno de nosotros se verá forzado a negociar, entre su ideología individual y la ideología del colectivo social. Ya no es una cuestión de si las vacunas sirven o no, ahora es una negociación social mucho más severa y amplia en cuanto a lo que hay que negociar en búsqueda del bien común social.
Encontrándonos en un momento donde las conductas sociales e individuales tienen que modificarse desde un ideológico personal, por demás sacrificado, en un bienestar psicosocial; tenemos elementos que tomar en cuenta en el análisis, de lo contrario nos arrastrarán toda una serie de equívocos que benefician a diferentes sectores y grupos, que, por demás, no representan el bienestar común.
Comencemos por la educación a distancia, que cada vez se enfrenta a mayores obstáculos, desde el miedo de la familia hasta la realidad de la pandemia. La medicina se mudó a los medios digitales en muchos de los casos que no requieren la presencia del equipo médico. La economía se digitaliza para dar entrada al ecommerce. Los medios de comunicación, plagados de “fake news” que cada día distinguimos con mayor facilidad, proliferan menos.
La psicología ha invadido los medios digitales, como un elemento básico en el manejo de esta nueva realidad y sus consecuencias emocionales, aunque no siempre apegado a la disciplina psicológica, porque hasta la abuelita del vecino de mi prima es psicóloga. Los movimientos sociales han salido a las calles para ser escuchados, como único elemento para señalar las injusticias en todos los ámbitos sociales. El trabajo remoto es una norma social naturalizada, donde el rendimiento de los empleados y la eficacia se tendrán que medir desde otros parámetros y bajo otras condiciones de trabajo, las reglas cambian, los grandes corporativos desaparecen, los viajes de negocios se convierten en NO esenciales y los edificios que albergan oficinas están vacios con letreros de renta.
La familia se reestructura en una dimensión temporo-espacial diferente, resignificando al núcleo familiar como depositario responsable, y el eje central, de todas las actividades sociales, profesionales y educativas. Los espacios se redistribuyen para darle entrada a todas esas actividades. ¡Señores el mundo adentro y afuera esta cambiando! Quién no se adapte fenecerá o quedara en el rincón del olvido inexorablemente.
El mundo emocional en todos sus ámbitos cambia velozmente, la realidad promueve y agudiza los problemas psicológicos y físicos de los seres humanos, las relaciones familiares se fracturan y se desquebrajan al no poder lidiar con todo este cumulo de cambios. Abra que buscar soluciones internas, antes de que nuestras familias se conviertan en un caos. Hay que rediseñarse emocionalmente para adaptarse.
Afuera, ¡no se diga!, politizados y segmentados en el Imaginario Colectivo manipulado a conveniencia y modo de los intereses al servicio del poder.
El cambio climático y las inclemencias de la naturaleza haciendo de las suyas, que está por demás mencionar.
Todo parece un caos dentro y fuera de nuestro UNIVERSO nuclear y de nuestra ideología individual. La solución está en el bienestar del colectivo, en la unión de las fuerzas comunes, el respeto en su máxima expresión, lo que se nos dificulta, porque no se nos da fácilmente es la empatía, el amor y la comprension para todos, incluyendo al más lejano y distante de los seres existentes.