El ideológico travestido y sus transformaciones sociales al final del arcoíris.
Hoy sale el arcoíris multicolor, lleno de iluminación y luces, entre pieles y lentejuelas, con el objetivo original del colectivo LGBTTIQ+ de buscar una visibilidad que será interpretada como un simbolismo de orgullo y aceptación, entre miles de miradas expectantes y a veces deseantes, de un espectáculo gratuito de inclusión, color, luces que le permiten, a aquellos que se esconden, sentirse libres y hasta orgullosos de su sexualidad closetera. Este arcoíris tiene tantos simbolismos sociales, que parten de la dicotomía social entre querer y deber ser, que embruta el pensamiento más nítido y claro en el simbolismo ambivalente que representa el colectivo social.
En solo un día, que terminará con una gran fiesta, damos la oportunidad más representativa socialmente del, tan abstracto, concepto de inclusión. Este simbolismo, encabezado por los que demandan inclusión, acepta todo tipo de distorsiones y retorcidos pensamientos sociales. Permiten que el moralista los señale, en su afán de reafirmarse como perteneciente al “deber ser” social, les dan la oportunidad al closetero que se sienta reina por un día, al inconforme social que se les adjunte y saque su frustración, al reprimido que manifieste los pensamientos más oscuros de sus inconscientes, y por qué no, permte hasta que los actúe. “¡Dale chance hermana, es el único momento estelar de su vida, es una vez al año, después regresara a su cueva de la amargura! ¡Nosotras sí somos libres ¡Ajajajajajjajajajaja¡”
Este arcoíris multicolor acepta toda afiliación social, no tiene derecho de admisión, el que llegue participa, bueno, incluso hasta el que a distancia quiera participan con sus fantasías y deseos reprimidos, ¡que le llegue también! Es el ideológico más incluyente. Todos entramos en este arcoíris, que por diverso y multicolor se convierte en el paraguas donde todos los esquemas sociales pueden entrar, es más, hasta pueden celebrar, todo antes que llegue el oscuro final del arcoíris, donde la resaca ideológica cobrará su precio mortal, regresen de donde vinieron, ¡uffffff se acabó el sueño! De vuelta a la realidad social, que cada uno vive con todos sus matices personales, sin el resguardo del colectivo ideológico; a la lucha personal cotidiana, con el lado oscuro de la sociedad, que, por demás, no se parece en nada a lo que vivimos cobijados por el colectivo y su arcoíris multicolor. Habrá que regresar al lugar oscuro de un armario social, dispuesto a que de vez en cuando, lo desempolven, para hacernos sentir que somos lo que queremos ser, o lo que ellos nos permiten ser, NUNCA lo que el colectivo concibe como un derecho de lo que se debe ser. Nos permitirán ganar terrenos, que, por el simple hecho de existir, nos pertenecen, no en un día, sino en todo momento de la propia existencia como un derecho humano.
Al final del arcoíris queda la esperanza de que una noche se prolongue eternamente, que la realidad se transforme, que las actitudes cambien, que las personas entiendan y acepten, que el mundo se mesure, que la represión termine, que el abuso acabe, que la felicidad llegue, que el sueño se cumpla, que la historia escriba su final, que la sociedad cambie y mude, que el ser humano sea y no pretenda. Que las normas sociales se adapten a la realidad, que la cordura llegue, que la sensatez reine, que la empatía impere, que lo absurdo acabe, que la ignominia desaparezca, que las creencias absurdas desaparezcan, que, que, que, que, que….joder, mejor nos vemos el año que entra para revivir el simbolismo del arcoíris, eso sí, de principio a fin.