¿VICTORIAS CANTADAS O DERROTAS OCULTADAS?

Le quitamos la cereza del pastel o llovió arriba y no permeo hacia abajo, ¡se inundó!

Observamos que todos los contendientes en estas elecciones celebran, de una manera medida, porque no puede ser burbujeante, sus triunfos personales o el de las coaliciones. ¿Mayoría relativa o absoluta?

Todos los electores somos protagonistas, somos los únicos que tenemos que celebrar nuestro triunfo con un arbitraje espectacular, al que no pudimos manipular, mucho menos golpear. Los contendientes han tenido que recurrir a las coaliciones para llegar a una representación de sus bastiones ideológicos en la política mexicana. Triunfos individuales en lo que concierne a territorio, aunque pérdidas muy significativas en otros.

Ahora vemos una realidad sustancial en el ideológico donde habrá que negociar con las coaliciones para llegar a una representatividad en cualquiera de los órganos jurisdiccionales. “Tengo que pedirle de muy buen modo la taza de azúcar a la vecina. Si no me la da, no habrá café dulce para chismear en casa, por cierto, de ella”. Como ama de casa devaluada, en nuestra representatividad social malinterpretada, le dejamos el manejo del presupuesto, pero les quitamos el poder de decisiones e imposiciones ideológicas sustanciales. Le dejamos el quehacer cotidiano y le quitamos a todas las ideologías políticas el poder de alterar la esencia constitucional. ”Hagan la talacha dioses, que ya los bajamos de su pedestal”.

Equilibramos en el escenario de nuestro jardín las orquídeas y la hierba mala, como los ideológicos se describen en el Imaginario Colectivo digital: tendrán que coexistir. La fiesta se quedó coja de poder, le quitamos la cereza al pastel. Llovió arriba, y sin gotear abajo, se inundó la fiesta.

“¿Quién se ahogó?”, los únicos que sentirán los relámpagos asesinos serán los representantes ideológicos con sus triunfos individuales y ¿su celebración? Justifíquense narcisistas, ¡GANAMOS NOSOTROS¡,  y sin duda, la vecina infra dimensionada que llegó vestida de luces al bailongo, con la que ahora todos quieren bailar.